“No existe un perfil único de las víctimas de abusos sexuales”, aunque “en un estudio con abusadores todos coinciden en que buscan a las víctimas más vulnerables, indefensas, desprotegidas… Esos son los niños de mayor factor riesgo”, explica la psicóloga especializada en el tema, Victoria Noguerol.

 

La experta ha señalado en RTVE.es que los abusos se comenten sobre todo en víctimas menores de 8 años, pero se detectan mucho después, generalmente en la adolescencia, cuando la sintomatología es más evidente.

Una encuesta realizada en Forogam por el escritor Joan Montané corrobora la cifra al concluir que más de la mitad de los abusos, en torno al 58%, se producen entre los tres y los siete años.

En cuanto al género, la mayoría de las víctimas son niñas, aunque investigaciones recientes revelan que “no hay tanta desproporción”, sobre todo si tenemos en cuenta que “para el varón es más vergonzoso denunciar”, y por tanto hay menos casos conocidos.

Ocurre en todas las familias

No hay que caer en el mito de que los abusos se producen en familias desestructuradas, pues se dan en todas las clases sociales. Una prueba es la clínica en la que trabaja Victoria, donde la mayoría de los pacientes son de clase media-alta.

Además, son muy frecuentes dentro del entorno familiar. “Ahí los niños son muy vulnerables porque dependen de esos adultos. No pueden escapar».

En este punto Montané añade que además del “agravante emocional que te une al agresor”, se une el problema de que “puede cometer los abusos con mayor frecuencia, impunidad y durante más tiempo”.

Las secuelas de la víctima

El abuso sexual es tan “agresivo” y tan “perverso” que todas las áreas de la personalidad quedan afectadas, advierte la psicóloga.

La primera de ellas es la sexualidad. Determinar el daño y en qué grado se produce depende de diversas variables. Puede darse desde una sexualidad muy inhibida y reprimida, a conductas sexuales compulsivas que desencadenen en lapromiscuidad o incluso la prostitución. Esta última “se relaciona de una forma altísima con experiencias de abusos en la infancia”, alerta Noguerol.

A nivel cognitivo y emocional afecta a todo lo que tiene que ver con los pensamientos y la capacidad de atención: dificultad para relacionarse, rabietas, pataletas… También provoca estrés postraumático y trastornos disociativos de identidad.

Hay casos en los que las víctimas no recuerdan los hechos, pero “eso no evita las secuelas”, según Joan Montané, que señala en su estudio que casi la mitad de las víctimas, un 48%, olvida con que frecuencia sufrieron los abusos.

Contarlo, una necesidad para avanzar

El primer paso que hay que dar para superar un abuso sexual es desvelarlo y reconocerlo, pues el silencio mantiene la sintomatología. “Te quedas atrapado y aumenta la culpa, la responsabilidad o incluso la vergüenza de que te haya podido gustar. Es muy perverso”, explica Noguerol.

“Las víctimas se sienten culpables por no haberse defendido o por no haber pedido ayuda, incluso porque les haya gustado”, matiza.

A la hora de superar las secuelas influyen diversos factores. Por un lado la edad en la que comenzaron, así como la frecuencia e intensidad. Por otro, la respuesta y apoyo de la sociedad y la familia.

“Si todo está ‘OK’ los resultados son espectaculares. Eso sí, la cicatriz no te la quita nadie, queda para toda la vida”, asegura la psicóloga.

Desgraciadamente hay muchas veces en las que “los niños no pueden hablar. La sociedad y la familia no les responden y ellos callan, y como es tan adictivo…, pues las circunstancias hacen que sea un paraíso para los abusadores”, explica la experta que advierte que “el abuso sexual infantil es el tabú más profundo en todas las culturas y civilizaciones desde hace siglos”.

Fuente: RTVE